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El Vaticano difundió las primeras fotos del cuerpo de Benedicto XVI, fallecido el sábado a los 95 años y recordado una vez más este domingo por su sucesor, el papa Francisco.

En las imágenes se puede ver al difunto acostado sobre un catafalco, vestido de blanco con una casulla roja, el color del luto papal, con una mitra blanca adornada con un borde dorado y un rosario entrelazado en sus manos.

El catafalco se encuentra en el centro de una pequeña capilla privada del monasterio donde residía desde su renuncia en 2013, ubicado en medio de los jardines del Vaticano.

Se trata de un espacio particularmente sobrio, en comparación con los elegantes salones del palacio apostólico, con un crucifijo, un árbol de Navidad y un pesebre.

Un grupo de cardenales rezó este domingo frente a los despojos de Joseph Ratzinger, según una foto publicada en las redes sociales.

«Hoy encomendamos a la Santísima Madre al amado papa emérito Benedicto XVI para que lo acompañe en su paso de este mundo a Dios», dijo Francisco durante la solemne misa del primero del año en la basílica de San Pedro.

«Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia», reiteró durante el ángelus el pontífice argentino, quien presidirá el próximo jueves el funeral solemne de su predecesor en el Vaticano.

«Quiero asistir al funeral, creo que va a venir mucha gente desde el extranjero», contó a la AFP Luca Scotti, un romano de 58 años, presente este domingo junto con unos 40.000 fieles en el ángelus en la plaza San Pedro.

El brillante teólogo y ferviente guardián del dogma, que dejó su cargo en 2013 aduciendo el declive de sus fuerzas, falleció el sábado a los 95 años tras varios días de agonía en el monasterio donde residía.

Un funeral inédito

Se trata de la primera vez en la historia que un papa reinante celebrará las exequias de un papa emérito, es decir sin funciones.

La ceremonia comenzará el jueves a las 08H30 GMT en la plaza de San Pedro y será sobria, tal como deseaba el mismo Benedicto XVI.

Los fieles podrán velar a partir del lunes por la mañana hasta el miércoles el cuerpo de Joseph Ratzinger en la capilla ardiente que se abrirá en la basílica de San Pedro.

Al término del funeral, al que podrán asistir todos los fieles sin necesidad de entrada, el féretro del pontífice emérito será enterrado en las grutas vaticanas, donde se encuentran las tumbas de los papas, precisó el Vaticano en un comunicado.

Con ese acto concluirá también la saga de los «dos papas», los dos vestidos de blanco, que han convivido durante casi una década en el Estado más pequeño del mundo.

La víspera, católicos y turistas presentes en el Vaticano expresaron su tristeza por la muerte del pontífice alemán, quien representaba una visión conservadora de la iglesia, menos sensible a los conflictos y problemas de los más pobres del mundo.

«Es un gran dolor. Era una persona muy reservada, pero percibimos su profundidad e hizo mucho por la iglesia», estimó Milo Cecchetto, un romano presente en la plaza.

En su testamento espiritual, escrito en 2006 y divulgado el sábado, Benedicto XVI pidió «perdón de corazón» a todos a aquellos a quienes pudo haber ofendido en su vida.

También agradeció a sus padres que le dieron la vida «en un tiempo difícil», en la Alemania de 1927, que se encaminaba hacia el nazismo.

Se abre una nueva etapa

Su muerte suscitó reacciones en todo el mundo, desde el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hasta los presidentes de Estados Unidos, Francia o Rusia, que enviaron mensajes de pésame.

El fallecimiento de Benedicto XVI abre también una nueva etapa para el pontificado de Francisco, de 86 años, quien en varias ocasiones ha confesado que no descarta renunciar si queda incapacitado.

Una opción que resultaba imposible con dos papas en el Vaticano, uno emérito y otro reinante. Tres pontífices sería impensable aún para los más anticlericales.

Para muchos observadores y vaticanistas, Francisco está empeñado en una serie de reformas internas y no piensa abdicar por ahora.

Podría eso sí fijar las normas para los papas eméritos tras el precedente sentado por Benedicto XVI, el primero en renunciar en seis siglos de historia.

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